¿Cómo puedo recuperar el estado en que me regulaba a mí mismo en forma autónoma?

Dra. Marta Miguel

En lo que sigue se adelanta una parte del tema que el grupo de médicos del Consultorio Dra. Ita Wegman desarrollará el viernes 23 de octubre en Casa Steiner.

Esta es la pregunta básica que trae el paciente a la consulta.

Y el médico debe contraponerle una imagen del hombre que sea eficiente para generar ese estado de autonomía. El médico debe dar respuestas concretas: medicamento apropiado, indicaciones dietéticas, nuevos hábitos (ritmos por ej.), medidas de higiene para el alma, y alimento para el espíritu (lecturas apropiadas, por ej.), a fin de que el paciente se vuelva activo.

En esta charla nos apoyaremos en el ciclo dedicado a los Jóvenes médicos, Rudolf Steiner presenta la siguiente delación entre los miembros del ser humano y ciertos ciertos procesos:

Yo: muerte
Cuerpo astral: enfermedad
Cuerpo etérico: salud
Cuerpo físico: nutrición

Yo-Muerte: la muerte es la forma de vida que el Yo se da a sí mismo durante su existencia en la Tierra.

Puede sentirse como paradoja el que el hombre venga a la existencia para morir. Se está acostumbrado a aceptar la muerte que viene desde el exterior: por frío extremo, fuego, ahogo, traumas, heridas, accidentes, inanición, etc. Hoy es desde la biología y la inmunología que se conocen procesos de “muerte interior”, totalmente fisiológicos. Ejemplos de ello son: a nivel orgánico, la conocida destrucción periódica de los glóbulos rojos; la apoptosis, o muerte celular programada o la presencia de células NK, “natural killer cells” en el sistema inmunológico; todos estos son procesos de autoafirmación o renovación biológica. Esta actividad se diferencia de procesos destructivos como las necrosis (úlceras por ej.), que son condicionadas desde el mundo físico exterior, y siempre suponen menoscabo. Ascendiendo al campo vital, el quitar las propiedades a cualquier sustancia ingerida, ya desde la boca ( por ej. a la sal) implica una delimitación o proceso de muerte, fácilmente comprobable. Al ser disuelta por la saliva, la sal se convierte en otra cosa. En el nivel anímico esto consiste en percatarse cómo ese despojar a una sustancia de sus cualidades propias deja disponibles fuerzas para la vida del alma, (en nuestro ejemplo con la sal, sentirse más despierto y firme frente a la inminencia de debilidad y desmayo). A nivel del Yo significa vivenciar ese estado de nada a que ha sido llevada una sustancia, y atreverse a transformarlo creativamente ; algo nuevo debe aparecer sea en el campo del pensamiento, del arte, de la técnica, de lo social.

Es decir, el proceso de muerte interior, genera diferentes escalones de vida . Si el Yo renuncia a ello, se “jubila” o retira de esta tarea, (rentista del espíritu al decir de Rudolf Steiner) surgen , en el siguiente orden aspectos vinculados a la muerte en sentido negativo: hipocondría sentida como amenaza de la salud, sensación de empobrecimiento, de pérdida o robo, hasta pensar la muerte como final total propio del materialismo y el ateísmo.

A lo largo de la vida hay un momento en que se experimenta la certeza de la propia muerte: sucede hacia los 35 años. Si se es honesto, nadie que sea joven aún, cree realmente que va a morir algún día. Cuando la experiencia llega, la sensación acompañante es: “Ya no queda tiempo, esto es la altura final. Traspasar esa sensación sólo puede hacerse si se descubre el valor de la existencia, y que esta existencia es un bien para los demás tanto como para uno. Aparece un nuevo horizonte desde la altura alcanzada, desde el cual algo viene al encuentro, acercándose, y ese algo es nuevo; y se siente que eso nuevo no es parte de uno, sino que uno es parte de eso. Y luego el atisbo de una nueva dirección de la mirada: ya no más hacia adelante, tampoco hacia atrás, es hacia arriba, desde donde la esencia propia y la de las cosas pueden ser más y más reconocidas.

Cuerpo físico- nutrición: opuesto a la actividad del Yo significa qué material de la tierra se le ofrece al Yo para que, desde procesos de calor, despliegue su actividad. Aquí valen tanto la cualidad como la calidad del agua como de los alimentos, el modo de preparación, la intención de quien lo cocina, cuánto sé de la naturaleza y efectos de cada alimento. Lo que antes era sano instinto debemos hoy recuperarlo trabajosamente de modo consiente. Educar en alimentación, experimentar y hacer algo a la medida de cada individuo, sin recetas generales. Entender que comer es acercar al Yo material estímulo para su actividad, y no rellenar una bolsa vacía. Y considerar que no sólo el pan alimenta, también el ambiente o el aire lo hacen, así como las impresiones sensorias o en un plano superior las ideas o la contemplación de prototipos a través del arte. También que encontrar y sostener el ritmo de ingesta ya implica un aspecto sanador agregado.