El síndrome metabólico: Significado anímico-espiritual

Dra. Marta Miguel

Aquí se tratan los siguientes aspectos: La esencia y función de grasas y azúcares en el organismo humano sano; el papel de la presión arterial; la repercusión glandular y humoral concomitantes. Debilitamiento de la Organización del Yo al sumergirse en la esfera vital-etérica y en la astral- sensitiva. Se considera este síndrome como una enfermedad de la época, y no como un proceso individual. La sociedad vive y educa de manera diabetogénica. El síndrome puede verse también como tercer paso visible de desvíos anímicos en el pasado. En el presente la alimentación excesiva incluye la inundación de estímulos y la sobrecarga intelectual, y no solo la ingesta de alimentos. Las medidas higiénicas en exceso producen naturalezas débiles.


El Síndrome metabólico

Se denomina así a un cuadro clínico caracterizado por: acumulación de grasa en el abdomen, hipertensión arterial, hiperglucemia, aumento de triglicéridos y descenso de colesterol «bueno» Su incidencia va en aumento en niños y jóvenes obesos. Es habitual en adultos. Hoy se sabe asociado a trastornos cognitivos y deterioro mental al avanzar la edad.

El compromiso de grasas, hidratos de carbono, presión arterial y obesidad configura un cuadro en el que el complejo anímico-espiritual del ser humano, el cuerpo astral y el Yo, se rinden frente a las sustancias y dejan de conducirlas. Se trata en general de personas inteligentes, sedentarias, arrítmicas en sus hábitos y ávidas por incorporar materia de diferente naturaleza.

Cabeza modelada excesivamente y agotada, tórax exangüe, abdomen prominente.

Esencia de los hidratos de carbono- Tendencias diabetogénicas

Las plantas son los seres que construyen su cuerpo a base de carbono hidratado gracias a las fuerzas cósmicas lumínicas. En ellas su papel es estructural y de reserva (almidones). En el ser humano el papel es totalmente distinto. En la sangre circula la glucosa, que es el combustible para el metabolismo oxidativo. Una sustancia que, proviniendo del mundo de la vida es capaz de alcanzar un estado cristalino -mineral (azúcar refinada) corresponde por esencia al Yo humano .El azúcar en sangre (glucemia), es el soporte físico de la actividad del Yo. Por ella la conciencia se mantiene, y si disminuye o aumentan sus niveles, se pierde (desmayo, coma )Es absolutamente indispensable para las funciones conscientes (sensoriales, intelectuales, cerebrales), pero también para la actividad muscular del corazón y extremidades.

Si la cabeza lo requiere en demasía su aporte disminuye en otros territorios, por ejemplo, las glándulas. Cuadros como menopausias precoces, hipotiroidismos, etc., pueden ser vistos bajo esta óptica. La glándula pancreática es impactada, sus jugos disminuyen, y aumenta proporcionalmente la cantidad de bilis. Esta mezcla inadecuada de jugos repercute en los lípidos o grasas, que se absorben más de o normal.

Otro fenómeno concomitante es la degeneración de la sustancia nerviosa en la diabetes: ceguera, polineuritis, atrofias cutáneas, etc. Rudolf Steiner observaba una actividad nerviosa a «destiempo». En lugar de realizarse durante el sueño se realiza durante el estar despierto. El ritmo del Yo, que corresponde a un día con sus fases de sueño y vigilia, se ve alterado .Normalmente durante el sueño ocurre una digestión anímica de los sucesos vividos durante el día. El Yo es quien prevalece en el hombre despierto cuando ocurren excitaciones provenientes del exterior. Entonces es posible mantenerse quieto. En la diabetes, al faltar la digestión nocturna a causa de la debilidad del Yo, la excitación penetra de modo subconsciente a través del sentimiento. Y esto se expresa en «somatizaciones»: movimientos intestinales acelerados y diarrea, cefaleas nerviosas, etc. O bien surge la tendencia a una alimentación excesiva, o el comer a deshora. Entonces el bazo, órgano de Saturno y regulador interno de ritmo, se resiente y deteriora. El hombre se mueve y actúa despierto pero con conciencia escasa (de ensueño).

Una inteligencia orgánica, mucho más sabia y amplia que la inteligencia del cerebro, es la que se encarga de mitigar durante el sueño las excitaciones del exterior, y promover acciones en concordancia con ello.

Por lo tanto un aumento del azúcar en sangre y su eliminación por orina (glucosuria) expresan una debilidad del Yo. Un Yo puede ser débil o bien ser debilitado: por herencia, educación, emoción. Consecuencia de ello son las llamadas enfermedades hereditarias, (como ocurre en la diabetes infantojuvenil) : el Yo es incapaz de imponerse a la herencia. La educación es el otro gran factor debilitante. Hoy se apela precoz y unilateralmente al intelecto y la memoria abstracta. Por ello el Yo es arrancado de sus tareas orgánicas y fijado al cerebro y los sentidos de un modo superficial. Luego el tercer factor «diabetógeno» son las emociones intensas o reiteradas. Los niños viven en un mundo de adultos atemorizados, preocupados y faltos de confianza en el futuro. Esto arrastra al cuerpo astral y al Yo alejándolos de sus tareas para con el hombre medio e interior.

El hombre moderno y occidental vive distraído en los sentidos, duerme despierto, y se agota en acciones de sonámbulo. Lo hace a expensas de un azúcar de stress, que refuerza la personalidad, y por ende el egocentrismo.

El hombre que se desarrolla espiritualmente ve disminuir su ego a expensas del «alter ego», hacia la realidad y existencia del otro Yo. Rudolf Steiner decía que aquí entonces es necesario, «cada tanto, regalar al cuerpo algo de azúcar» que vuelve a ponernos en pie sobre la Tierra y sus tareas en ella.

El ser humano armónico


Esencia y función de las grasas

Rudolf Steiner revela que las grasas corresponden cósmicamente a la actividad de los espíritus del Movimiento y que, en la experiencia interior se vivencian en cierta flema o indiferencia respecto del propio ser anímico. Flemático es el hombre durmiente que goza y descansa, ocupado en mantener la salud y satisfacer sus instintos vitales: alimentación ,sueño, reposo y comodidad. Muy poca actividad del cuerpo astral y el Yo se transmiten a los cuerpos físico y etérico. La imagen fisiológica es la de un bebé satisfecho y feliz. En el adulto el exceso de flema lleva a la pereza.

La celebración del cuerpo, andar vacilante y otros seres son los que mueven al hombre

Las grasas se asimilan con facilidad, porque transfieren poco de la esencia del ser del que provienen. Carecen de carácter individual, y por eso no son un cuerpo extraño. (Diferencia notable respecto de las proteínas). Lo que las diferencia entre sí es la actividad interior que se expresa químicamente por las dobles ligaduras. Su alta energía debe ponerse al servicio del Yo que la transforma en calor de combustión para la actividad anímica y espiritual . A nivel corporal deben garantizar el movimiento adecuado del sistema óseo y muscular. La grasa subcutánea, por otra parte, al estar pobremente irrigada y carecer de yodo, cumple un papel protector y aislante frente al frío de la tierra, los golpes y traumatismos.

En el síndrome metabólico la grasa se acumula en el abdomen. Hace visible el desprendimiento de las envolturas superiores (cuerpo astral y Yo) en ese lugar. Este desprendimiento es normal entre los 40 y 50 años (período en que se observa que el cuerpo «cambia» de forma.). Aquí se adelanta e indica que prevalece la ingestión de alimento a la transformación


Desvíos del metabolismo graso: hambre de calor y focos parásitos de calor

El «hambre de calor» se expresa en la alimentación por la avidez o deseo de grasas. Indica que la organización del Yo es débil para obtener calor desde las sustancias grasas ingeridas, y entonces la sustrae a los órganos, que se vuelven quebradizos y rígidos. Acompaña a las enfermedades escleróticas. Esta tendencia se facilita por dietas de escaso valor biológico, con grasas hidrogenadas (margarinas) que son duras por naturaleza, pese a ser fácilmente digerible.

En los «focos de calor parasitario» hay un exceso de grasas que se convierten en calor no modelado por el Yo. Es lo que ocurre en el síndrome metabólico. Aumentan los triglicéridos y el colesterol de baja calidad. Partes del cerebro despliegan una actividad mayor que lo normal. De aquí surge la inclinación a una alimentación excesiva, o al consumo excesivo de información. Los ritmos se alteran, el bazo se debilita, los órganos abdominales son mal abastecidos. Luego el páncreas disminuye sus secreciones y esto repercute en la transformación de los hidratos de carbono. (ver esencia del azúcar)


Hipertensión arterial y Cuerpo Astral

Es un síntoma clínico del Síndrome metabólico. La tensión sanguínea aparece como actividad del cuerpo astral en la organización animal. A este cuerpo corresponde siempre moverse en polaridades. En la hipertensión predomina una de ellas : la dinámica de fuerzas contractivas y despertadoras de conciencia ; de la vigilia se pasa entonces a un estado de alerta, de exceso de conciencia y a una actividad de los sentidos volcada únicamente al mundo exterior. Esta actividad es catabólica, es decir , consumidora de fuerzas y energía El combustible para la actividad neurosensorial es la glucosa, en la que hemos de ver la actividad del Yo. Este desvío unilateral va en desmedro del sistema metabólico-motor: surgen contracturas, dolores musculares, articulares, rigideces, parálisis.